Combatir el racismo desde el deporte

Serena Williams empieza a ser considerada la mejor jugadora de la historia tras convertirse en la mujer que ha ganado más Grand Slams. La cifra impresiona: 23. Ya supera los 22 de la alemana Steffi Graff y, después de recuperar el número 1 del ranking mundial, sería osado pensar que el palmarés no continuará avanzando. Evert, Navratilova, Graff, Seles… habrá opiniones de todo tipo, pero es irrefutable que Williams se ha ganado torneo detrás torneo un lugar de honor entre las mejores tenistas de todas las épocas.

Hay un elemento diferencial con todas ellas que no se puede olvidar. Serena Williams no es blanca, es afroamericana. Y esto, que deportivamente no tendría que tener ninguna relevancia, ha marcado la carrera de la pequeña de las Williams.

Serena Williams, objeto de discriminación

Insultos, carcajadas, críticas, ofensas de todo tipo que las tenistas blancas no recibían prácticamente nunca. En todo caso, no de forma sistemática. El momento más duro lo vivió en Indian Wells. Era en 2001, Serena tenía 19 años y se había clasificado para la final del Masters. Su hermana Venus, se había retirado a semifinales en un caso que generó suspicacia y que levantó la alerta roja de las sospechas sobre las apuestas. Hace 16 años y el tenis ya intuía que los jugadores pactaban el resultado de los partidos para ganar dinero. En aquel caso, Venus Williams se había lesionado y no podía continuar en el torneo.

El día de la final Serena Williams se enfrentaba a Kim Clijsters. Williams jugaba en casa y Clijsters, belga, en condiciones normales, habría tenido un público en contra. Pero el 99% de las gradas blancas de Indian Wells animó descaradamente a Clijsters. Y cuando el padre de Serena y su hermana Venus entraron a la pista, en las gradas recibieron una sonora desaprobación del público asistente. Todo ello, como es lógico, hizo enfurecer a Serena Williams, que incluso al ganar el partido y el título escuchó un fuerte murmullo crítico por parte del público. El escandaloso comportamiento del público, con insultos entre pasillos incluidos, provocó que las Williams no pisaran el torneo durante más de una década.